La mística continúa, a pesar de que no vale la pena volver a comprar Overwatch
Overwatch es, sin dudas, el mejor hero-shooter de la década anterior. Fue de los primeros juegos en implementar todo lo que hoy es normal: bailes, sprays, emotes, líneas de voz, poses de victoria y, por sobretodo, skins de eventos. Sin dudas, su excelente personalización lo convirtió en un gran juego. Nos dio un motivo por el cual entrar día a día, pero esto no significaría nada si no hubiese un gameplay pulido detrás. Es así como Overwatch se convirtió en el GOTY (2016) el éxito del momento y lograría mantenerse vigente por unos pocos años más… hasta que los problemas comenzaron. La directiva de Activision-Blizzard, la partida de Jeff Kaplan (quien supo ser nuestro héroe favorito) y el total abandono del equipo de desarrollo para concentrarse en la secuela, dejó a Overwatch en un estado de abandono. Los mismos eventos, recolores de skins y el maltrato a la Overwatch League fue lo que lo caracterizó estos últimos años. Entonces, ¿valió la pena esperar tanto tiempo por Overwatch 2?
El gran enigma de Blizzard
Probablemente no valió la pena esperar tanto tiempo. Overwatch es un juego como servicio que se caracteriza por ser exclusivamente un multijugador y la decisión de sacar una secuela es un poco extraña. Se entiende que quieren separarse de la cuestionable dirección de los últimos años, revivir las viejas épocas y presentar un “nuevo juego” pero vivimos en la época de Fortnite. Si bien el anuncio de la secuela fue mucho tiempo antes de que se entienda que este tipo de juegos podría ser un festival, Overwatch 2 pudo haber sido lo que fue Fortnite Capítulo 2. Exactamente lo mismo.
Todo lo que se ha podido jugar en la beta nos da a entender que el core-gameplay de Overwatch 2 continúa bajo la misma filosofía. Es algo que está perfecto, pero hace ver al resto de novedades como cambios “menores”. Claro, la reducción del equipo y su nueva compositor cambia radicalmente cómo se juega el juego, pero no deja de ser un mero balance patch. Actualmente la composición de cinco jugadores, con dos personajes de daño, otro par de soporte y un tanque genera que las batallas sean más efímeras. Todas terminan por ser un “ver quién mata más rápido” cuando antes (con la retrospectiva) era un “quién aguantaba más tiempo”. Siendo este el cambio más radical, cuesta entender el por qué se continuó con la idea de lanzar una secuela, cuando (incluso en la beta de PC) se utiliza lo que antes conocíamos como Overwatch Experimental (la beta experimental pública de toda la vida).

¿Cómo superas la perfección de Overwatch?
Realmente resulta curioso el estado de la beta. En un comienzo, en mis primeras partidas me costaba hallarme dentro de esta nueva interfaz en el gameplay. Hay colores en todos lados, todo se encuentra más detallado y se profundiza el estado de salud de los aliados, a costa de tener que volver a aprender muchas cosas que antes eran realmente básicas. Increíblemente, tras jugar una partida de Overwatch 2 y automáticamente entrar a una partida rápida del primer juego, se notan verdaderamente los contrastes. El cambio principal es saber el estado de salud de tus compañeros, que ahora es más un semáforo de peligro, cuando antes estaba todo muy bien o todo muy mal (con la cruz roja de vida crítica). Después están los detalles menores, donde ahora el resto del HUD es un poco más compacto y limpio. Minimalista, por definirlo en una palabra.
Pero no en todos los sentidos. Overwatch 2 es un paso más allá de tanto detalle y cariño que se le pone a cada personaje, skin y escenario, aunque esto también le juegue en contra. Ahora tenemos, por lo menos, dos atuendos predeterminados: Clásico I y Clásico II. El primero es el estándar de toda la vida y el segundo, es el rework artístico que abunda (todavía más) en detalles. Esto puede gustar más o menos, pero definitivamente (casi siempre) es un upgrade. Destacando a Mercy, que si bien su versión original está bien, el nuevo diseño es increíble. Logra mantener su esencia, pero consigue un nuevo nivel de “aesthetic” a tal punto que la elegí por más que no sea mi personaje predilecto. Lo mismo sucede con el resto de trajes alternativos, y esta “problemática” continúa con los escenarios. Los originales eran increíbles, pero el equipo de Overwatch 2 definitivamente logró superarse con New York, Canadá y todos los nuevos lugares. A tal punto que, en general, todo lo perteneciente al primer juego se siente plano y soso, en comparación con lo nuevo.
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad
Tristemente todo cambia, se transforma y continúa hacia una nueva dirección. Casi todos los personajes han recibido cambios en sus habilidades, modificaciones menores e incluso creado personajes completamente nuevos dentro del nombre de viejos conocidos. Con intención de agilizar el combate, me imagino. ¿Orisa tanque? continúa, pero no como la recordábamos. ¿Doomfist, el daño más roto? pues no mi ciela, ahora también tiene 550 de vida. ¿Roadhog? sigue igual: gancho, headshot y melee. Definitivamente, esto es lo que se siente más ajeno a Overwatch. Todo el mundo podría ser daño, todos… menos un puñado que continúa teniendo escudos o enfocándose en curar. Antes teníamos (y necesitábamos) por lo menos una barrera, ahora es raro ver un Reinhardt. Su protagonismo fue reemplazado por Winston o Sigma, y el alemán termina por ser relegado a ser un “situacional”.

Lo mismo sucedió con Roadhog, un personaje tanque dedicado a ser el secundario que hace roaming (flanqueo para cazar en vez de ir de frente) ahora se utiliza cuasi exclusivamente cuando el healer no cura. Todo en pos de agilizar las team-fights y, que da como resultante, un juego que tiene más en común con Defense of the Ancient o Smite, que con Overwatch. Por lo menos para los modos de juego tradicionales, que es como uno está acostumbrado a jugar. En contrapunto está “Avance”, un escenario con muchas aperturas y curvas en las que hay que escoltar a un robot que empuja la carga de cada equipo y se siente fresco. Sin estar seguro que sea exclusivamente por ser la novedad, creo que es un modo de juego que le queda perfecto al sistema y logra ser un alivio para el monotemático juego original.
Overwatch 2 será un juego free-to-play
Quizás debería retractarme de mis primeras palabras. Reflexionando un poco sobre el conjunto de todo el producto, Overwatch 2 termina por traer cambios sustancialmente distintos que cambian la esencia de lo que fue originalmente. Como de costumbre, estoy siempre listo para discrepar con los personajes random que cruzo en el bello mundo del internet, pero no puedo parar de pensar en uno que simplificaba todo con un “es el mismo juego”. Realmente tan errado no está, pero siendo este uno de los juegos que más jugué en mi vida, no puedo parar de ver estas grandes diferencias. En principio como una molestia, para luego entrar en el proceso de aceptación, donde terminé por entenderlo como una mejora. Por poner un ejemplo, Zarya, mi primer main con armas doradas ha recibido cambios que agradezco totalmente. Su rework, tanto estético como de jugabilidad hacen que la ame, todavía más. Lo opuesto me sucede con esta nueva Moira, que se siente como un nerfeo al apoyo más divertido del juego. Pero entiendo que es para que sea un personaje más funcional al equipo, que a ser un personaje individual y claramente no significa que esté de acuerdo con todo lo nuevo.
Todos estos cambios hacen que espere que el reemplazo de Overwatch, su desaparición y sacrificio valgan realmente la pena. Quiero creer que la dirección de Activision-Blizzard mejorará bajo la tutela de Microsoft. Que será un buen free-to-play. Claro que queda un largo camino por recorrer con estos queribles héroes. Todavía falta para su lanzamiento oficial, pero de corazón espero que Overwatch 2 tenga más en común con Fortnite, que con Smite. Ver contenido nuevo de forma regular, poder saber si estoy jugando con (y contra) personas con joystick o teclado y mouse, que no se llene de micropagos estúpidos y, por supuesto, que vuelva Jeff Kaplan.