Las oportunidades de recobrar experiencias pasadas o vivir nuevas, viejas aventuras
El mundo de los videojuegos, al igual que cualquier otra industria, se maneja por distintas tendencias que se abren paso en las librerías tanto físicas como digitales de todo el mundo. Muchas veces, estas suelen ser de doble filo ya que terminan por sobresaturar un mercado que, por petición popular o conveniencia, se ha visto obligado a repetir el mismo truco hasta el cansancio. Esto suele observarse, principalmente, en los AAA que en raras ocasiones se dignan a intentar algo diferente. Seguro ya se les ha venido una de estas «modas» a la cabeza. Pero si lo pensamos detenidamente hay un concepto en particular, muy popular y rentable, que sigue estando vigente: el retrogaming.
Hello there, old friend
Determinar el inicio de esta práctica no es sencillo, más que nada porque, a mi manera de ver, la primitiva tecnología de los sistemas pone en duda algunos aspectos. Por dar un ejemplo, podríamos tomar títulos como Pong y sus porteos a Atari 2600. ¿Realmente podemos considerar estos lanzamientos como parte del retrogaming o son simples ports con un leve embellecimiento visual? Esta simple incongruencia puede llevarnos a un eterno espiral de discusión para determinar qué es parte de esta esfera. Claro, la versión de Atari de Pong no es un remake ni mucho menos, pero si que se toma cierta libertad creativa a la hora de presentar el gameplay. Y si nos ponemos especialmente técnicos, una experiencia retro debería ser simplemente el videojuego original sin alteraciones, ¿no?
Como ven, este tema solo se alarga y alarga. Por esa regla, los lanzamientos más actuales como la Sega Genesis Collection o la membresía online de Nintendo Switch no son experiencias retro. Ya que aparte de permitirnos modificar aspectos como la pantalla y la presentación, muchos de ellos cuentan con un reinicio rápido o rebobinar para hacer más amena la partida. Una vez colocada la bomba, me retiro entre las multitudes para que el debate continúe por su cuenta. Quizás se vuelva a el en un futuro, pero por el momento, la charla va hacia otro lado. ¿Qué hace que el retrogaming sea tan popular? ¿Cómo logra mantenerse siempre relevante? ¿Qué opciones tenemos actualmente para adentrarnos en el? ¿Estoy haciendo muchas preguntas? Vamos a descubrirlo.

El retrogaming está muriendo, comparte si eres un verdadero retrógrada
Podré tomarme la libertad de hacer un chiste pero los videojuegos retro están más vivos que nunca. La cantidad de presentaciones que puede tener una sola obra es absurdamente alta y crea esta idea de que no jugar determinado título es por no querer más que por no poder. El éxito que alberga viene copando cada puestito de feria con una copia malbaratada de Glover y no va a detenerse. Pese a esto, no deja de ser un modelo de negocios que se rige por ciertas normas abstractas.
La nostalgia, esa poderosa fuerza intangible que nos hace pensar que quizás South Park Rally de PlayStation 1 no era tan malo. Es normal querer revivir esas partes de la niñez y a veces la emulación no es suficiente para replicar ese sentimiento. Y gracias a los avances de la tecnología, cada generación humana se puede identificar con su equivalente de consolas. Y es acá donde todo comienza a cobrar sentido porque por fin determinamos gran parte del por qué el retrogaming es lo que es.
¿Nunca se preguntaron el por qué últimamente es especialmente caro conseguir videojuegos de PlayStation 2 o Gamecube originales y en buen estado? Porque las personas que en su niñez crecieron con esas consolas ahora desean recuperar esos momentos. Claro, justo la sexta generación para este país es un caso especial. PlayStation 2 arrasó con todo y su piratería hace que hoy sea poco usual encontrarse con juegos originales. Por otro lado, Gamecube pasó muy desapercibida por lo que sus precios siempre fueron algo más elevados de lo usual. Y no menciono la primera XBOX porque estoy seguro de que casi ningún jugador argentino supo de su existencia hasta hace poco.

Una página del manual de Mario 3 por quinientos pesos
Lo que hoy vivimos con la sexta generación, en algún momento lo vivimos con la quinta, la cuarta, etc. Y claro, esto no solo es una predicción sobre el futuro, cuiden sus juegos de PlayStation 3 y Xbox 360. Sino que también es el factor que diferencia a los videojuegos del resto de los medios con presencia vintage. Si pensamos en libros o películas, sus entregas consideradas viejas siempre permanecen iguales. Claro, nuevos elementos se añaden y quizás alguna que otra pieza es remasterizada. Pero los videojuegos están en un constante cambio donde lo que hoy es actual, mañana queda desactualizado. Hoy la gente muere por un juego de PlayStation 2 original al completo, pero el día de mañana, va a pasar lo mismo con títulos como Killzone: Shadowfall… el futuro me da miedo.
A esto, le sumamos que a un nivel técnico los videojuegos son increíblemente alterables. Una película no puede «emularse». Créanme, hace rato que trato de meterle savestates a Blade Runner pero simplemente no funciona. Esa para nada pequeña característica da lugar a un fenómeno claramente extraño. Ya que en pocas instancias se tiene una maleabilidad y preservación tan ferviente como en los videojuegos. En ese sentido, el retrogaming no se trata solo de jugar juegos viejos sino de romhacks, mejoras visuales sorprendentes, emulaciones imposibles, conversiones, ingeniería inversa y mucho más. Puede que esto no sea tan propio del videojuego retro en el sentido purista, pero en ciertas ocasiones es necesario por cuestiones de accesibilidad. Como la compatibilidad con mouse del primer Doom.
Un alto precio es lo que muchas veces acompaña esta práctica. Y es ahí cuando aparecen otros métodos para formar parte del círculo de adeptos de lo que sea con más de diez años de antigüedad…y ese tema es el que nos queda por cubrir.

Space Invaders en 4K
Ahora me gustaría hacerme un espacio para enumerar las distintas alternativas existentes para poder experimentar las piezas que el tiempo ha olvidado. La más obvia y purista es simplemente conseguir el juego original y en su hardware original. El sueño de muchas y muchos seguramente sea ese, un o unos cuartos de colección donde disponer todos los títulos que queramos a nuestro alcance. Con sus respectivas consolas y demás. Pero bueno, lamentablemente esta opción no es nada accesible y mucho menos en nuestro país. Quizás se puede tener un golpe de suerte pero no es rentable. Así que nuestra otra opción es la emulación, eso si, a costa de perder la autenticidad de experimentar un control real, la mala calidad de una tele de tubo, cambiar un cartucho, etc.
Sin embargo, esto no quiere decir que no podamos «tunear» nuestra emulación. Existen varios ejemplos como Duckstation, Dolphin Emulator y mi favorito personal: Retroarch. Estos programas no son simples emuladores, ya que manejan un muy gran número de herramientas para mejorar la ejecución de los videojuegos. Ya sea para mejoras técnicas o una mayor autenticidad. Existen filtros visuales para dar un aspecto de CRT o VHS, retexturizado en 4K, cambiar la calidad del audio y mucho más. Lo que mencioné no es ni una fracción de lo que se puede lograr. Es más, otros factores externos también pueden contribuir. Ya que, por ejemplo, se pueden adquirir controles de NES, SNES, Genesis, y otros con una ficha USB para usar en nuestra computadora.

Otros medios y la obvia conclusión
Para nombrar algunos otros casos quizás más discretos, tenemos principalmente las consolas portátiles. Ya que, casi que para toda la línea de Nintendo, tenemos disponibles los cartuchos multijuegos. Esas maravillas de cincuenta juegos en uno y que, a diferencia de las consolas de sobremesa como la Family, son de una muy buena calidad. Quizás estén acostumbrados a tener 3000 juegos clones con recolores. Pero, por alguna razón, en el caso de las portátiles hay una vara de calidad sobre cantidad mucho más marcada y respetada. No solo tenemos una librería excelente sino que su rendimiento es más que genial.
A la par de esto, para consolas un poco más actuales como la Game Boy Advance en adelante, nos encontramos cartuchos como la SupercardCard Mini o la EZFlash. Estos tienen la peculiaridad de incluir un puerto para MicroSD, por lo que podemos cargar en ellos los títulos que nosotros queramos. Personalmente, hace un tiempo me hice con uno de estos cartuchos y le devuelven la vida a la consola de una manera impresionante.
Así como lo ven, el retrogaming tiene un largo camino por recorrer que no va a finalizar a menos que nuevos títulos y consolas dejen de ser lanzados. La obvia inquietud ahora es una más que nada ética ya que, a menos que nos vayamos por la muy poco viable opción de conseguir juegos originales, realmente la emulación y sus variantes terminan por ser simple piratería. Por el momento, no tengo intenciones de abordar en ese tema pero si que lo tengo planeado para futuro. Al menos, quizás llegaron a conocer nuevas herramientas y abrir un debate sano enfocado en la piratería. Y eso es suficiente para alguien que se enorgullece de su copia pirata de God Hand.